Posiblemente sea el peor enemigo de quienes trabajan SinOficina🌴 e, incluso, dentro de ella: la procrastinación.
Lleva a los mejores profesionales por la calle de la amargura, junto con su colega el Síndrome del impostor. Hace que nos llevemos grandes atracones y que, además, nos sintamos culpables.
Lo intentas evitar de todas maneras pero, aunque la cosa vaya bien unas semanas, antes de que te des cuenta vuelves a tener todo por hacer.
Tierra, trágame. Mejor me vuelvo a mi cama segura y calentita. ¿Te suena?

Qué es procrastinar (en realidad)
Antes de derrotar al enemigo, hay que conocerlo. Así que vamos a desgranar un poco qué es la procrastinación, para ver después qué se puede hacer para no procrastinar en el trabajo… si es que se puede hacer algo 😉
👉 Procrastinación. Acción de procrastinar, dejar para mañana, posponer, aplazar.
Vaya. La definición de la RAE se queda un poco corta, al menos para referirse a la parte negativa de la acción de procrastinar.
Pero no te preocupes, que en SinOficina🌴 te la completamos. Verás, procrastinar es dejar para mañana lo que deberías hacer hoy. Y precisamente porque deberías estar haciéndolo, aparecen los problemas.
Pero, si es tan evidente que es negativo ¿por qué seguimos procrastinando? ¿Qué misterios de la naturaleza tienen lugar para que sigamos tropezando siempre con la misma piedra?
Las dos razones principales por las que procrastinamos en el trabajo
Si evitamos hacer lo que deberíamos estar haciendo, es porque nos resulta incómodo. Suena a Capitán Obviedad, pero es importante reconocerlo: si nos resultase atractivo, o si fuera un hábito, no lo pospondríamos.
No procrastinaríamos.
Entonces, ¿qué convierte a esas cosas sobre las que procrastinamos en algo incómodo para nosotros?
Pues dos factores principales: el perfeccionismo, por un lado, y la falta de autonomía, por el otro.
¿Cómo? ¿Que el perfeccionismo puede precisamente hacer que no trabajes? Sí, como lo lees…
Procrastinación y perfeccionismo
Tenemos dos cosas claras ya: que procrastinar es dejar para después algo que se debehacer, y que procrastinamos porque la tarea en cuestión nos resulta incómoda.
Pero, ¿no se supone que los perfeccionistas tienen fama precisamente de aspirar a hacerlo todo perfecto? ¿Cómo van a caer en algo tan básico como… no hacerlo?
El perfeccionismo es un rasgo que, como casi todos, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Dentro de las cosas malas del perfeccionismo está, precisamente, el miedo a fallar, a no ser lo suficientemente bueno.
Por eso las personas perfeccionistas pueden perfectamente tender a procrastinar. Dejarlo para luego es un mecanismo de protección que activa su cerebro ante el riesgo de hacer algo que puede no ser perfecto.
Y estarás pensando: Bueno, pero si lo tiene que hacer igual… ¿qué más da que lo posponga? ¿Seguirá queriendo hacerlo perfecto luego y seguirá teniendo miedo, no?
Bien, pues aquí llega la segunda parte del mecanismo: no funciona para evitar el miedo a fracasar. Funciona como estrategia para aceptar un resultado que no sea perfecto.
Un perfeccionista que procrastina lo único que está haciendo es acercarse a la fecha de entrega de un trabajo tanto que no pueda hacer un trabajo perfecto. Es decir, se acerca tanto que puede comprometerse con un resultado peor de lo que espera de sí mismo/a porque “claro, es que con tan poco tiempo…”
Y así es como el perfeccionismo está detrás de la procrastinación. No es que esperes no tener que hacerlo, es que hacerlo menos que perfecto es increíblemente incómodo para ti.
Además, así descubres que “trabajas bien bajo presión”, lo que hace que tu concepto de ti mismo/a siga siendo alto, sintiendo que el miedo a fracasar ha sido convenientemente evitado. Como un círculo.
Por lo tanto, si dicen de ti o piensas que eres perfeccionista y procrastinas, ahora ya sabes por qué 😉

Procrastinación y falta de autonomía
Esta es la segunda razón por la que las personas procrastinan en el trabajo: la falta de autonomía.
Cuando alguien no se siente realmente autónomo en las tareas que debe realizar, ya sea porque está acostumbrado a que le organicen el trabajo o porque el síndrome del impostor le repite que no es lo suficientemente bueno para llevar a cabo esa tarea, es mucho más fácil que procrastine.
Y aunque parezca mentira, si trabajas desde casa te pueden afectar tanto el perfeccionismo como esta situación.
La sensación de no saber lo suficiente, ser profesional en un entorno cambiante en constante actualización y otras circunstancias propias del mundo digital facilitan que algunas personas sientan que no saben cómo hacer lo que, en realidad, sí saben.
Cuando un profesional decide montárselo por su cuenta desde el principio de su carrera, puede ser que los primeros meses también se sienta así. Y es que cuando tienes muchos conocimientos por asentar pero careces de la aproximación práctica que da la experiencia, puedes sentir mucho pesar y verte superado por las tareas a realizar.
Ese es el miedo que se intenta evitar al procrastinar en el trabajo: también el de entregar un mal resultado.
Como ves, estas dos razones principales pueden aplicarse en cualquier persona y no solo de manera distintiva, sino a la vez. Porque el miedo que se evita es el mismo, el miedo a fallar, aunque desde lugares distintos.
Es decir, que la procrastinación es, en sí, una cuestión de gestión emocional.
Y ahora, entonces, ¿cómo se puede evitar?
Cómo dejar de procrastinar en el trabajo de una vez por todas
Ahora que tenemos claro por qué se procrastina y que la procrastinación es fundamentalmente una cuestión emocional, es cuando podamos empezar a pensar qué necesitamos para dejar de hacerlo.
Nosotros en SinOficina🌴 te dejamos cinco ideas, para que puedas aplicarlas ya mismo:
#1. La procrastinación es tu aliada, no tu enemigo
El filósofo John Perry, profesor de la Universidad de Stanford, escribió su ensayo más conocido cuando debería haber estado haciendo otra cosa. Se llama, cómo no, La procrastinación estructurada.
En ese ensayo Perry defiende que la procrastinación es solo un defecto de carácter, pero que se puede utilizar a tu favor. Más o menos, su razonamiento es como sigue:
Dado que la procrastinación es dejar de hacer lo que se debe en un momento concreto, pero teniendo en cuenta que uno al final lo acaba haciendo, aunque sea al límite de la hora a la que debe, entonces para que la procrastinación trabaje a nuestro favor solamente haría falta encontrar otras tareas que nos disgusten más y queramos evitar, y así haremos la que posponíamos originalmente 😁
Es decir, primero debes desquitarte de toda la culpa. Si la procrastinación puede venirte bien, no tienes por qué sentirte mal por procrastinar. Pero aprende a ordenarte de tal manera que, juntando las tareas que estás evitando, puedas finalmente llevarlas a cabo.
En el fondo, ¿no es cierto que muchas de las personas que procrastinan tienen igualmente fama de hacer un montón de cosas?

#2. Controla los tiempos
Existe otra estrategia que puede funcionar bien cuando se trata de dejar de procrastinar en el trabajo. Sin embargo, funciona si hacemos uso de nuestra fuerza de voluntad, por lo que es algo más exigente que la del Profesor John Perry.
Además, se puede aplicar solamente si no te genera más culpa y/o ansiedad de la que ya te genera procrastinar, porque si no, ¿para qué la vas a usar?
Ahí va: controla tus tiempos. Es decir, vive siempre con una semana de margen a la hora de realizar tus entregas. Pero no diciéndote por dentro “voy a hacerlo una semana antes”, sino de verdad.
Es decir, una vez conoces o acuerdas la fecha de entrega, apunta una fecha bastante anterior en tu agenda y nunca jamás vuelvas a pensar en la fecha de entrega real, salvo cuando vayas a entregarlo.
Esto es importante hacerlo así, porque si no es posible que caigamos en la trampa de los impuntuales: llevar el reloj de pulsera adelantado cinco minutos… para llegar otros tanto cinco minutos tarde 😉
#3. Diseña tu entorno y tu forma de trabajar
Si la procrastinación se convierte en un hábito, entonces hay que hacer algo que interrumpa ese hábito antes de que lo repitamos.
Para ello, como regla general, funciona hacer sencillas las cosas que quieres hacer, y difícil las cosas que quieres evitar.
Esto es otra obviedad, pero tiene una aplicación interesante, y es que puedes diseñar tu entorno y tu rutina de tal manera que le indiques a tu cerebro continuamente que ciertos periodos del día son exclusivamente para trabajar. Que procrastinar está prohibido.
Por ejemplo, porque eliminas el cien por cien de las distracciones. O porque trabajas en una mesa en particular que solo usas para eso, o porque has apagado el móvil.
Crear rituales también importa. Por ejemplo, utilizar la regla de los cinco segundos y cinco minutos. Cuando te des cuenta de que estás procrastinando, di: voy a contar hacia atrás cinco segundos y me voy a poner a hacer esa tarea cinco minutos.
Esos cinco minutos suelen ser suficientes para vencer la primera resistencia a la hora de ponerte a trabajar. Si llegas hasta ahí, bastará con que hayas diseñado un sistema de trabajo que evite las distracciones, que sin duda te reclamarán para que sigas procrastinando.

#4. Consigue alguien a quien rendir cuentas
Otra de las formas de hacer difícil un mal hábito, en este caso la procrastinación, es asociarle un coste a cometer esa acción.
Y para las personas, no hay costes más importantes que el coste monetario, y el coste social.
El coste monetario es fácil de entender: dile a alguien que viva contigo, si no vives en soledad, que cada vez que te vea procrastinar, se cobre una deuda de, por ejemplo, 5€. A todo el mundo le pican el ego y la cartera cuando tiene que dar dinero por no gestionarse bien, así que quizá le des dinero un par de veces, pero seguro que rico no le vas a hacer.
El coste social también es fácil de entender, y es la razón por la que en una oficina abierta en la que se pueda ver en qué estás trabajando, es más difícil procrastinar. Si puedes ser mínimamente rechazado por tus iguales, o perder algo de estatus, es más fácil que no lo evites.
El famoso “te miran mal”.
Pero entonces, ¿cómo hago eso si no tengo oficina en la que trabajar? Ah… en SinOficina🌴 tenemos una sala de trabajo en la que todos los días hay varias personas que se conectan, cámara mediante, para trabajar cada una en lo suyo.
Llegas cuando quieras, pones tu cámara, si quieres saludas por el chat, pero no se habla ni hay sonido. Todo concentración, para que te pongas a trabajar.
Y es que ver a otros trabajando también aumenta la incomodidad por no estar haciendo lo mismo. Claro que cada uno puede luego pasar el día en twitter, pero para eso, mejor quitas la cámara, ¿no? 😉
#5. Revisa tus obligaciones
Vale, procrastinar es no hacer lo que debemos, pero, ¿quién elige qué debemos hacer? Porque si podemos gestionar y actuar sobre esas obligaciones, quizá haya más vías a través de las cuales mejorar la gestión de la procrastinación.
Habitualmente, las obligaciones profesionales que hacen que procrastines en el trabajo se contraen con clientes, compañeros de trabajo y proveedores… o con uno mismo.
Y en esas obligaciones, que pueden materializarse como resultados comprometidos en cierta fecha de entrega, pueden generarnos ansiedad. Incluso, también, si esas fechas nos las hemos autoimpuesto.
Decía John Perry que fue un alivio muy grande para él dejar de sentir culpa por procrastinar. Sentir culpa por no llegar a nuestras propias y personales fechas límite quizá nos perjudique, más que lo contrario.
En esos casos puede ser interesante evaluar por qué no se cumplen con esas fechas límite. ¿Sobreestimamos nuestra capacidad para desarrollar un trabajo? ¿Procrastinamos igualmente aunque existan estas fechas, que a fin de cuentas, nos hemos impuesto nosotros mismos?
Conforme esta situación responda a unas causas u otras, será más sencillo mejorar en nuestra gestión emocional y de los procesos del trabajo. Aunque hay que atreverse a dar respuesta a las preguntas, claro 😊
Estos son los consejos que podemos darte en SinOficina🌴 sobre cómo dejar de procrastinar en el trabajo.
Si te ha resultado interesante, debes saber que la procrastinación y el Síndrome del impostor están íntimamente relacionados. Puedes leer el artículo que hemos escrito sobre este Síndrome en los artículos recomendados de aquí abajo: