Hay quien llega al mundo de los negocios digitales pensando que aquí hacerse rico de la noche a la mañana es posible y que la independencia financiera es cosa de dos o tres años trabajando bien en ellos.
O que, por lo menos, en seguida se puede estar trabajando con un portátil en una playa en Bali. Cosa, por cierto, poco práctica.
Es cierto que hay casos de personas que trabajando pocos años en el mundo digital han logrado la independencia financiera. Pero por cada caso de éxito de emprendedor millonario hay decenas de miles de personas que no alcanzan ese estatus (y algunos tampoco lo quieren).
La independencia financiera, como cualquier cuestión seductora y aspiracional, es un terreno lleno de mitos. Y hoy en SinOficina🌴 vamos a derribar algunos de ellos.

Qué es la independencia financiera en realidad
Se dice que la independencia financiera es el estado que alcanza una persona cuando tiene suficientes ahorros e inversiones para no trabajar nunca más manteniendo su nivel de vida (y el de las personas a su cargo).
Esa es, al menos, la visión romántica de la independencia financiera, que en realidad se puede entender de manera más amplia.
Algunos sitúan la independencia financiera en un horizonte temporal. Por ejemplo, se puede considerar que quien tiene ahorros para mantener su nivel de vida durante dos años sin que tenga que preocuparse de obtener ningún ingreso, tiene una independencia financiera de dos años.
O también se puede entender que alcanza cierto grado de independencia financiera quien tiene una coyuntura económica en la que no tiene que preocuparse de si pierde su trabajo, aunque su nivel de vida baje ligeramente y deba encontrar otra manera de obtener ingresos.
Hay quienes sueñan con una independencia financiera total (vaya, jubilarse por anticipado) antes de los 30, y para eso viven de la manera más austera que pueden, pero no se centran en encontrar nuevas formas de generar ingresos. Estos probablemente la alcancen, si llegan, con 130.
Y es que la independencia financiera es más una cuestión de grados y de hitos que se van alcanzando hasta que esta es total, y en la que la balanza entre ingresos y gastos es solo un factor más a tener en cuenta en el camino.
Veamos los mayores mitos sobre la independencia financiera.

5 mitos sobre la independencia financiera
#1. Alcanzar la independencia financiera significa dejar de trabajar
¿Cuál es tu definición de “trabajo”? ¿Es necesariamente algo peyorativo, como si la única actitud posible ante ello fuera odiarlo?
Pues bien, la independencia financiera también lleva trabajo. Como mínimo, el que corresponde a la gestión debida de tus finanzas, incluyendo los activos que te van generando ingresos, y los pasivos que los van consumiendo, si tienes alguno.
Por no hablar de los ingresos pasivos 👇
#2. Tener ingresos pasivos es la mejor manera de alcanzar la independencia financiera
Se llaman ingresos pasivos a aquellos que se obtienen “sin hacer nada”.
Y con el tema de los ingresos pasivos en los negocios digitales se da un malentendido general: se piensa que los infoproductos son un tipo de ingreso pasivo, pero en realidad solo son un ingreso escalable.
Quien tiene que preocuparse de que su marca personal siga funcionando, generando contenido seis horas al día para seguir alimentando la venta de sus infoproductos, desde luego no está “generando dinero sin hacer nada”.
La ventaja de los infoproductos es que son escalables, es decir, que su producción implica los mismos costes para una venta que para cientos, pero todo sistema de venta de infoproductos requiere una inversión en captación de clientes y en desarrollo de marca que conlleva su trabajo (y un desembolso).
Ahora bien, existen otros ingresos “pasivos”. Por ejemplo, las rentas de viviendas o locales en alquiler. Pero, aunque no exijan una dedicación equivalente a una jornada laboral, la gestión de los inquilinos y la resolución de incidencias también conllevan tiempo y trabajo.
En general, en la búsqueda de la independencia financiera suele haber un consenso alrededor de la idea de que tener ingresos “pasivos” debe ser una condición que alimente la obtención de ingresos “activos”, y no la única manera de llegar a ellos.
#3. No puedes alcanzar la independencia financiera antes de los 40
El mundo digital ha llevado a las puertas de millones de personas la posibilidad de generar dinero online a un coste muy bajo. Esto no es fácil, ni para todo el mundo, pero ahí están las posibilidades.
Y con más de una década de historia de proyectos online, encontramos con facilidad ejemplos de algunas personas que han alcanzado la independencia financiera antes de los 40.
Esto no significa que sea aplicable a todos los casos. Ni que solamente se pueda obtener a través de lo digital: también las inversiones inmobiliarias gestionadas debidamente pueden alimentar esa independencia financiera.
Pero todo lleva su dedicación, su trabajo y sus sistemas.
#4. Necesitas ahorrar la mayoría de lo que ganas para ser financieramente independiente
Mucha gente que aspira a la libertad financiera se centra en el ahorro sin percatarse de generar nuevas fuentes de ingresos. Y es que con un sueldo medio trabajando por cuenta ajena, es prácticamente imposible que alcanzarla antes de la edad de jubilación.
Quizá la idea más conveniente sea alcanzarla antes de esa edad, para que tu cuerpo y tu vitalidad acompañen a esta nueva condición, y no hayan sido un mero sacrificio, vaya.
Sí, es cierto que necesitas ahorrar la mayoría de lo que ganas para ser financieramente independiente. Pero esto no quiere decir que en ciertos momentos no debas incrementar esos gastos generando nuevas inversiones, ni que tengas que vivir en la frugalidad de un campesino medieval.
Las aspiraciones para lograr la independencia financiera implican una premisa clara e importante: vas a vivir hasta lograrlo, y mucho después. Y eso nadie lo puede garantizar. Elige bien en qué gastas y en qué ahorras mientras estés recorriendo el camino.
#5. Todos los que alcanzan la independencia financiera deben vivir en el sudeste asiático
Si muchas personas que consiguen generar ingresos en el mundo digital acaban mudándose al sudeste asiático no es solo porque la foto del portátil en Bali quede bien en Instagram. O no solo.
Es, fundamentalmente, porque se trata de una zona en la que resulta fácil vivir con buenas condiciones con menor poder adquisitivo. Es decir, que viviendo allí puedes mantener tu nivel de vida soñado en tu país de origen, pero con un desembolso mucho menor.
Y por eso se ha generalizado el éxodo digital al sudeste asiático, e incluso existen iniciativas para colonias de emprendedores digitales extranjeros que decidan asentarse allí indefinidamente, más allá de la treintena.
Pero no, nada te obliga a mudarte al sudeste asiático si logras la independencia financiera.

Formas de conseguir la independencia financiera
Vale, pero vamos a lo que importa. Entonces, ¿cómo se consigue la independencia financiera?
Bueno, si lo que buscas es cómo pegar un pelotazo digital o analógico, aquí no lo vas a encontrar.
Y aunque hemos hablado de la escalabilidad y la posibilidad que tienen los negocios online de generar ingresos muy por encima de sus equivalentes analógicos, también hay otras formas de alcanzar la independencia financiera.
El principio es sencillo: ingresa, ahorra e invierte.
¿Lo ideal? Combinar las tres patas de la independencia financiera de tal manera que puedas alcanzar tus objetivos sin asumir excesivos riesgos que den al traste con el camino recorrido.
Algunos se sentirán más tentados por la inversión en bolsa, otros por la inversión inmobiliaria. O incluso en criptomonedas (sí, en el canal de la comunidad de SinOficina🌴 sobre #inversión hablamos de todas esas cosas).
Diversificar las fuentes de ingresos, ahorrar la mayoría, tomar buenas decisiones en lo que a inversión y gastos se refiere y, en general “vivir por debajo de las posibilidades”, son un camino razonable a la independencia financiera.
O al menos, hacia algunos de sus grados. Pero es que antes de llegar a la independencia financiera, hay otras formas de libertad.
Como, por ejemplo, la de hacer lo que te gusta cómo te gusta, aunque sea trabajar. Y la de que puedas permitirte delegar todo aquello tedioso que ya no quieres abarcar.
Si nadie te garantiza llegar a los años en los que la vas a alcanzar, que al menos el camino no sea un vía crucis, ¿no?